El voto cantado no debe ser otro que hacer que Juventud Antoniana siga siendo una gran Institución pero ya no por los logros pasados, sino por éxitos presentes que den resultados a futuro.
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”; decía Giuseppe Tomasi di Lampedusa, escritor Italiano. En Juventud Antoniana, hay grupos de autoridad que actúan con total falsedad y se conforman y adaptan a triunfos efímeros que no llevaban a ningún tipo de progreso pero que son usados para su propio beneficio y así buscan mantenerse en el poder.
El Santo se convirtió en una entidad que hace años no es protagonista por conseguir victorias futbolísticas y cuando lo hizo, en su momento, no logró sostenerse en una posición expectante para su porvenir. Tampoco, pudo destacarse en grandes obras o adelantos en el crecimiento como sede social y deportiva; y esto habla, sin lugar a dudas, de un conformismo absurdo, egoísta y vergonzoso que no permite el desarrollo de todos los antonianos.
Es momento de vivir una transformación porque sólo la renovación puede mantener la mística, el origen y la historia del Club. Si sucede todo lo contrario, lo único que se obtendrá será quedarse en el tiempo, recordando hechos que sucedieron alguna vez y que nunca más se volvieron a vivir y se logrará un retraso en el pensamiento progresista que debe tener toda institución deportiva si quiere realmente construir una estructura de futuro sólida.
Las decisiones y los errores cometidos de manera repetitiva se han convertido en la suma de malas experiencias futbolísticas, de manejos institucionales desordenados y de intentos en vano que tienen nombre y es la frustración y el fracaso. Esta Comisión Directiva se enceguece en su necedad y necesidad de permanecer y no perder la notoriedad que les da un club como Juventud y se coloca en una postura intolerante ante algunos reclamos y reproches justificados y justos por parte de los socios.
El asociado tiene en sus manos la oportunidad de actuar con total compromiso por los colores antonianos y desechar la idea de que los cambios no son buenos. Todo proceso de reforma y reajuste permite una evolución en la medida que la marcha que se decida recorrer se base en objetivos claros, serios, viables y posibles.
La Promesa que vale más: El hecho posible
Es entendible que algunos candidatos que se presentan en elecciones utilicen como estrategia dar a conocer propuestas que seduzcan, impresionen, sorprendan y deslumbren al socio pero es cierto también que las grandes promesas son las expresiones de las esperanzas que tenemos y es necesario primero tener los pies sobre la tierra, encontrar los medios necesarios y recién poder ofrecer para cumplir y no al revés.
El antoniano es inteligente, sabio y capaz de diferenciar entre aquellos proyectos que realmente puedan concretarse y que no aspiran a cosas demasiados grandes porque la realidad de la Institución marca una línea de posibilidades que se pueden puntualizar en corto, mediano y largo plazo.
Sólo el plan que tenga como intención comenzar satisfaciendo las necesidades mínimas y básicas de las inferiores, de la refacción del Fray Honorato Pistoia, de la participación activa del hincha y del socio y después la meta de éxito deportivo podrá ser factible en Juventud, dentro de los próximos 2 años.
En la próxima Asamblea el voto elegido lleva impreso la confianza, el optimismo y la seguridad de que lo que se postergó durante tantos años puede hacerse realidad en poco tiempo. Ya se prometió demasiado en varios períodos y fue malo y contraproducente esperar tanto para el socio y el hincha. El 23 de junio la valentía del antoniano está a prueba sólo el que arriesga puede conseguir cosas importantes y ganar o sino aprender y sumar una nueva lección pero nunca perder.
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